miércoles, 18 de mayo de 2011

Un sólo objetivo: Sevilla.

Hace unos meses, y pese a mi descontento con la situación política que sufrimos, pensé que sería buena idea hacer un seguimiento objetivo de la campaña para la alcaldía de mi ciudad, Sevilla. Como no soy de nadie, ni del PP, ni del PSOE, ni del PA, ni de IU, ni de UPyD, que son los principales candidatos, veía una opción interesante que quien perdiese su tiempo entrando en mi blog pudiese leer opiniones, análisis y reflexiones objetivas de las elecciones. A dos días para que finalice la campaña electoral y a cuatro días para que el pueblo se pronuncie me parece buen momento para dejar mi opinión a quién le interese, exponiéndola punto por punto.
Antes un comentario.
Es muy triste ver, leer o escuchar a nuestros políticos ensalzarse en el juego de los reproches, las acusaciones y los mensajes vacíos. El que acusa no es capaz de ir con todo, no es capaz de “hacer sangre” sobre los asuntos turbios del rival, no es capaz de mostrarnos a todos las “presuntas” salvajadas que ha hecho el acusado. Es más, lo pasan por alto. Además, todos tienen en común una cosa: “nosotros somos el cambio”, “nosotros traeremos el empleo”, bla, bla , bla,… ¿Por qué no nos explican cómo van a hacerlo? Pero con datos reales, con casos concretos. Es muy fácil anunciar la manida frase de “política de empleo”. ¿Qué es eso?
1.       No votar es mala elección.
Empiezo por aquí pese a mi disgusto con nuestra clase política por una simple razón: si no voto mi voz no existe. No participar en las elecciones no demuestra a nadie mi descontento. No participar en las elecciones me hace no existir democráticamente.
En la anteriores elecciones municipales de 2007 en Sevilla hubo una abstención del  45,42 % de los posibles votantes. Mucha abstención. Más poder en las manos del partido o partidos más votados. Más facilidad para campar a sus anchas. Por distritos los datos fueron los siguientes:

Las cosas claras: con la abstención en la mano el PSOE, con el apoyo de Izquierda Unida (entre los dos lograron el 48,4% de los votos válidos), ha tenido el poder de decidir los destinos de Sevilla contando con el apoyo de sólo el 26% de la población con derecho a voto. La elección del 26% de los sevillanos tuvo como consecuencia establecer quien iba a tomar decisiones que influían sobre todos y cada uno de nosotros, sobre el 100%.
Es decir, que no votemos NO resta legitimidad al alcalde de turno.
2.       El “voto en blanco” es mala elección…
… si la intención que tenemos al ejercerlo es expresar nuestra indiferencia o disconformidad. Nos estaríamos equivocando.
Importante: ¿qué es votar en blanco? Es aquel en el que no se introduce papeleta dentro del sobre. Es votar con el sobre vacío. Pero votar.
En las municipales de Sevilla en 2007 un 1,99% de las personas que votaron eligieron el “voto en blanco”. Pocas personas, pero tal vez ese misma cantidad en las elecciones del próximo domingo puede provocar que un partido minoritario se quede fuera del sistema de asignación de concejales por no llegar al mínimo del 5% de los votos útiles.
El “voto en blanco”, según nuestro sistema de contabilización electoral, SÍ incide a la hora del reparto de la representación de los partidos políticos… perjudicando a las fuerzas menos votadas.
Me explico.
Si en Sevilla depositamos votos válidos este año 350.000 personas sin votos en blancos, un partido minoritario que consiga 17.600 votos sí tendrá opción de entrar en el sistema de contabilización que reparte los 33 concejales, pues habrá logrado un 5,02% de los votos válidos. Pero si votamos 3.000 personas más realizando un “voto en blanco” el porcentaje de ese partido minoritario se reduciría: 17.600 / 353.000 = 4,98%, lo que le elimina de “la partida”…

El “voto en blanco” tiene en el reparto de concejales la misma utilidad que un paso de cebra sin semáforo en Sevilla. Ninguna.
3.       El famoso Sistema D´Hondt.
Un cerebrito el amigo d´Hondt… y los que les hacemos caso…
En este punto poco podemos hacer los ciudadanos, al menos a corto plazo. Es un sistema instaurado como el método de reparto de representación en nuestra joven democracia. Es lo que hay, a no ser que nos echemos a la calle solicitando un cambio por un sistema más justo.
En Sevilla están en juego 33 concejales. Nunca se va a quedar desierto ninguno de esos asientos y para tener la opción de ocuparlos hay que tener un mínimo del 5% de los votos válidos. “Gracias” a este detallito el Partido Andalucista no tiene actualmente representación en el Ayuntamiento de Sevilla, ya que logró sólo el 4,48% de los votos válidos.
Como muestra aquí os dejo dos tablas: la primera muestra los votos obtenidos en 2007 por cada partido político por distritos y la segunda muestra el reparto de concejales de las municipales de 2007 en Sevilla según el amiguete d'Hondt, en las que el voto en blanco no aparece y los partidos que no alcanzaron ese 5% de los votos válidos les aplico un fondo gris, como el futuro que contemplaban por aquel entonces.




Cierto, esto es más raro que ver un anuncio de un partido de baloncesto en TVE (un guiño a mi deporte).
El “juego” es el siguiente:
- el partido político con más voto consigue el “concejal 1” (fondo verde).
- para disputar “el concejal 2” el partido que ganó la plaza de “concejal 1” participa con un número de votos resultante de dividir sus votos totales entre 2. Los demás “juegan” con sus votos totales.
- y continua siempre igual, cada vez que un partido ocupa un concejal para poder “jugar” por conseguir otro concejal tiene que dividir su número de votos totales entre los concejales que ya ha conseguido.
¿Es o no es raro el amigo d’Hondt? Pa`echarle de comer aparte…
4.       El nuevo alcalde y gobierno.
Por un lado, creo que rara es la ciudad en la que su gobierno pueda dormir relajadamente si es que sus componentes conservan algo de conciencia. Creo que nuestros políticos llegan con buenas intenciones pero se desvían del camino correcto, ya sea porque al darles la mano no cogen el brazo o porque tengan que cumplir órdenes de partido.
Por otro lado, sé que un gobierno en minoría supone estar cuatro años atados de pies y manos. La oposición rara vez ayuda a gobernar a su rival, aunque sus iniciativas sean buenas para el pueblo, pues sólo tienen un objetivo durante cuatro años: destrozar al adversario y hacer de su día a día un ejercicio agotador aunque eso suponga un perjuicio para la población.
Fijándome en Sevilla capital creo que un cambio es saludable. Quiero que el pueblo castigue los excesos, los asuntos “sin resolver” o que dejan dudas sobre la honorabilidad de nuestros políticos. ¿Por qué un castigo? Porque nuestra clase política se comporta como un niño mal criado a la que todo se le consiente. Necesita que seamos firmes. Necesita autoridad. Necesita entender que lo que hace está mal y que no se lo vamos a consentir. Necesita saber que el error se entiende pero no la dejadez, ni el engaño, ni la irresponsabilidad.
El cambio no sólo puede ser de “nombres” y de “políticas”, que queda muy bien de cara a la galería. El que entre, ya sea Espadas, Zoido, Torrijos, González o Ceballos, tiene que hacer un análisis profundo de lo que hereda. Tiene que tener la independencia necesaria para “cortar las cabezas que sobran”, la de los incompetentes y sanguijuelas que llegaron al ayuntamiento “de la mano de” y que no aportan nada. Tiene que tener la honestidad de no “colocar” a sus amiguetes o a los que le apoyaron. Tiene que ser inteligente para saber aprovechar a los buenos trabajadores que están, sin mirar el color del partido que estos apoyaron, pues lo que importa es su profesionalidad y su valía. Tiene que ser capaz de tomar medidas impopulares, tanto a nivel de población como dentro de su partido, si es que estas señalan un camino correcto para la ciudadanía. Tiene que gestionar como si fuera una empresa privada a las distintas empresas públicas: exigiendo a sus trabajadores pero cumpliendo a su vez con ellos (este es un tema para reflexionar en profundidad… Si una empresa privada es capaz de hacer negocio con los servicios municipales es que estos son buenos negocios. Cuestión de gestionarlos de forma eficiente y profesional, aunque sean públicos…).
Son muchas las acciones que “el nuevo” va a tener que llevar a cabo pero el objetivo debe ser sólo uno: Sevilla.

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