Hacía demasiado tiempo que quería ver el documental “Once Brothers”. En él, Vlade Divac, ex jugador de L.A. Lakers, cuenta en primera persona la historia de su relación de amistad con el que fuera uno de los mejores jugadores europeos de todos los tiempos, y tristemente desaparecido víctima de un accidente de tráfico en 1993, Drazen Petrovic –si no sois seguidores del baloncesto no importa. Es un documental de la vida, no del deporte, así que os lo recomiendo–.
No voy a explicar quienes fueron estos dos grandísimos jugadores. Necesitaría muchas palabras para hacer si quiera una aproximación a sus figuras… y como el baloncesto es mi pasión podría “aburriros”.
En este documento, Divac –serbio– recuerda episodios de su vida en los que en compañía de Petrovic –croata– vivieron momentos de gloria y felicidad, otros que fueron duros y en los que dieron muestras de su amistad… y cómo afectó a esa relación el conflicto bélico de 1991 en la antigua Yugoslavia, concretamente la Guerra Croata de Independencia.
Es impactante recordar en imágenes cómo en plenos años 90 una sociedad “desarrollada” y europea llegó a tal extremo de violencia. Muertes, destrucción, pobreza, abusos. Ríos de personas en busca de un lugar seguro. En busca de paz. Familias rotas. Todo eso “hace tres días”.
Como siempre, el poder y el dinero es lo que mueve todo conflicto de ese nivel. Es disfrazado con banderas, sentimientos y colores por los promotores de las mismas. Nunca verán “al que manda”, “al que decide”, estar en primera línea de fuego. Ni a sus familiares directos. Ni a los que le rodean, cómplices en deseos de gloria. “¡Hay que proteger al líder!”, se dice en esos casos. Pero si tanto “creen” en ello, ¿por qué no están los primeros dando ejemplo?
Cada vez que veo declaraciones independentistas procedentes de políticos de las distintas Comunidades Autónomas de este país “se me ponen los pelos de punta”. Que sí, que no estamos en Yugoslavia, pero que locos “haberlos, haylos” en todos lados… Y muchas personas anónimas se dejan, o nos dejamos, metámonos todos, engatusar por estos encantadores de serpientes que buscan que muchos bailen al compás de su melodía reforzando así los cimientos de sus tronos de poder.
Muchos “políticos” –por llamarlos de alguna manera–, intentan que olvidemos las cosas importantes. La familia. La amistad. La comunicación entre nosotros. Disfrutar de lo bonito que es vivir. Defender nuestros derechos. En cambio, intentan, en muchos casos, desviar nuestra atención en asuntos de “poca importancia” como dónde fumar, como el permitir o no las corridas de toros, como el oírles hacer apología de la “guerra dialéctica y el enfrentamiento” con sus contrincantes e incluso compañeros de partidos que centren todos los focos de atención en estos y otros asuntos estériles para el bienestar vital del pueblo. Consiguen que "gente sana", como Divac y Petrovic, dejan escapar valores entre ellos arraigados como la amistad.
Recordar las imágenes de un país tan cercano y en un tiempo tan reciente da miedo. Debemos ser fuertes mentalmente para no caer en las “bombas de humo” que nos venden cada día para tapar asuntos de corrupción de los que parece que ya nadie quiere hablar, que parece que han caído en el baúl de los recuerdos olvidados, mientras sus protagonistas siguen “liderando” proyectos que inciden en nuestro día a día. Un día es el dinero que se llevan, otros las comisiones –dinero– ilegales, otros los enriquecimientos –dinero– ilícitos,… Y lo peor es que todo esto “lo dejamos pasar”. Como no nos lo hacen directamente a la cara parece que el delito es menor.
Pero, volviendo a las imágenes del documental “Once Brothers”, me hace pensar: ¿y si los defensores –presentes o futuros... – de lo que para ellos son países dentro de España ven que con “ese negocio” pueden ganar aún más? Con el de la guerra, me refiero. A la gente sin escrúpulos le da igual “ocho que ochenta”.
Son sólo unos malos pensamientos que se me han pasado por la cabeza al asociar tres cosas: esas durísimas imágenes, las declaraciones independentistas que se alzan día sí y día también, y los deseos de poder y dinero que los múltiples escándalos, ya casi olvidados, destapan sobre un importante sector de nuestra clase política.
Como “Once Brothers” recuerda, pasar de la amistad a la confrontación es cuestión de que salte una chispa que haga arder el bosque, así que ojalá el humo que nos contamina no nos impida ver la luz que se esconde tras la “basura” que nos venden cada día con el fin de que miremos para otro lado.
No vaya a ser que un día "algunos listos" vean más negocio en otro lado…
A veces la vida, como en el caso de Divac y Petrovic, no da la oportunidad de retomar viejas amistades rotas por los intereses de terceros.
Andrés.
Oiga usted, ¿cómo podría hacer yo para ver este documentar y aprender de "la vida"?
ResponderEliminarUn saludo, majete, y me gusta tu blog y esta entrada, que lo sepas andresito...
Nos vemos, pronto, un abrazo enorme, tío grande.
Lo tienes en youtube. Busca "Once brothers" y lo encuentras dividido en varias partes. Thanks. Buen post el tuyo de "Derechos humanos a la carta". Un abrazo.
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