jueves, 9 de diciembre de 2010

¿Un cambio de vida o un cambio en mi vida?


Comienza la aventura. Me sumerjo en un nuevo mundo, un espacio casi desconocido. Cada vez que mi cuerpo me lo pide, cada vez que el deseo se apodera de mi, paso a abrir una puerta más. Me miro, me inspecciono, me cuestiono, me recreo en mí.
En los últimos tres meses mis retos han cambiado. Hace unos meses me “enfrentaba” a un día a día extraordinario en su intensidad mental, de concentración, de alerta continuada, incluso de derroche físico. Ahora mismo mi reto diario es otro. Son las circunstancias. Necesito un tiempo en reposo. Standby. Descanso activo. Análisis de la situación. Opciones de futuro. Caminos a seguir. Elegir el correcto.
Escribir ayuda. Hay días que antes de encender el portátil ya tienes en lo más profundo de ti las palabras que quieres emplear, la estructura de lo que quieres decir. Un mensaje, una idea, una queja, una solución, una propuesta, una simple observación. Otros, como hoy, no manda mi interior, manda mi cabeza. Ella me exige que desconecte de mi mundo. Que haga off. Que busque algo en mí.
Es como el amor, o la pasión por tu deporte. No sabes ni cómo ni por qué, pero te pellizca dentro de ti las ansias de hacerlo, de encontrar las huellas que te lleven directo a un buen escrito. A lo que para ti es un buen escrito. Que te diga algo, o que no te diga nada, pero que te de paz interior al terminar. Lo hago público, lo comparto. No me dejo nada dentro. Eso no lo tenía en mi reciente y revolucionada vida pasada.
El bloqueo mental. ¡Guau! ¿Te ha pasado alguna vez? A mi mucho. ¿Te ha pasado que baje por tu cuello y se instale en tu corazón como si una mano te lo estrujase? A mi mucho. Antes no tenía tiempo para eso. No me lo permitía a mí mismo. No entraba en mi diccionario la palabra “parar”.
El amor. La fuerza de la vida. Lo que todo lo mueve. Lo único capaz de plantar cara al dinero. Yo soy un privilegiado. Soy millonario. Mis números se acercan al rojo, el color del amor. Pero ahora poco me importa. Deben haberme cambiado un chip en el último año, en los últimos meses. Tengo suerte en haber sabido valorarlo desde que llegó a mi vida hace ya muchos años. Hoy lo aprecio aún más. Y mañana más. Y…
¿Crees que el amor es el tesoro de los fracasados? A veces me asalta esa duda. Yo he pasado de tener metas y objetivos materiales, profesionales, a tener metas y objetivos vitales. No es que haya descartado toda actividad profesional, que de algo hay que comer, pero sí ha cambiado cómo quiero vivirla. Yo decido. ¿Es sinónimo de haber arrojado la toalla en mi lucha anterior no sentir esos deseos materiales? Tal vez mi anterior cometido carecía de vida.
El cambio en la escala de valores. ¿Qué lo provoca? ¿La conciencia de ver tu incapacidad para cumplir los valores que antes copaban tu pirámide de objetivos? Tal vez sea el despertar ante la vida que nos quieren imponer llevar. Tal vez abandonar esos hitos es el mayor logro que una persona puede conseguir. Sentirte feliz contigo mismo. Obviar los cánones occidentales del éxito. Dar esquinazo al capitalismo, al consumismo desenfrenado.
Puede que los últimos meses hayan sido el periodo de mi vida adulta en el que más me he apartado del “éxito”. Del “éxito profesional” reconocible por los demás. Ahora me importa mi ÉXITO VITAL. Mi mujer. Mi hermana. Mi padre. Mis amigos íntimos – pocos, muy pocos –. Mi familia. Mi círculo. Las personas. Los sentimientos. Disfrutar. Reírme. Valorarlo todo.
Me he sentido más realizado por escribir algún artículo de baloncesto o de la vida en las últimas semanas, que el haber conseguido contratos de millones de euros. He salido victorioso de reuniones de trabajo en las que a priori veía casi imposible conseguir mis objetivos que me han aportado menos que “inventar” o improvisar una receta de cocina que realicé hace unos días… “el andresotto” – algún día lo explicaré –.
¿Pero qué carajo me estás contando macho? Fácil. Una mala experiencia profesional me hace replantearme mi vida. Me hace verme a mí mismo. Me hace parar el ritmo vertiginoso que me hacía no disfrutar ni de mis cinco o seis días de vacaciones al año – teléfono en mano, claro –. Primero te produce un shock. Un cortocircuito existencial. Has perdido. Eres un fracasado. Pero poco a poco puede hacerte ver una luz que antes pasabas de largo sin que llamara tu atención. ¿Te has caído? Pues levanta. Anda. Lucha por tus sueños. Pero no olvides lo importante.
En la vida… de todo, si se quiere, se aprende.
Mi dilema es, ¿esto es un cambio de vida o un cambio en mi vida?

3 comentarios:

  1. Ese es el camino para encontrarse a si mismo, y ser feliz. Ánimo compañero.
    Todos nos hemos encontrado o nos encontraremos alguna vez en tus zapatos, y no es un camino fácil.

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  2. De lo mejor que he leído en los últimos tiempos.

    Para los que te queremos, este texto era la mejor de las noticias que nos podias dar...

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