jueves, 9 de diciembre de 2010

¿Utopía o sueño por el que luchar?

A raíz de la Huelga General convocada para el día 29 de septiembre quiero hacer pública una reflexión que nada tiene que ver con mi pasión y con el tema de mi blog, que es el baloncesto. Espero que entendáis que este es sólo un post excepcional, que de lo que seguiré escribiendo tras este será de lo nuestro, el baloncesto.


Vivimos en un engaño permanente. Nos engañan los políticos de un partido, los de otros, los alcaldes de pueblo que te conocen de toda una vida, los nuevos que acaban de llegar, los de las grandes ciudades, los que tienen como objetivo en sus inicios no cometer los errores de los anteriores, los que antes de llegar criticaban la gestión de los que estaban, los sindicatos, las asociaciones en defensa de lo que sea, todos.

Estamos en la sociedad de “que me puedo echar al bolsillo… y si puede ser sin trabajar”.

Día tras día te das cuenta de que todos (o casi) y cada uno de los anteriormente relacionados tienen unos objetivos muy concretos que con el paso del tiempo y de los nombres se mantienen. Son muy básicos. Poder. Reconocimiento público. Palmadas en la espalda. Ganar las siguientes elecciones. Un puesto para el retiro. La obtención de subvenciones. Dinero.




En relación directa a la huelga, que los sindicatos convierten en una obligación cuando es un derecho, no puedo dejar de recordar un episodio que viví con un representante sindical en una reunión y en la que en la sala mi boca dijo lo que yo pensaba pero que sabía que no debía decir… “usted debería ser un mediador entre trabajadores y empresas, defendiendo los derechos de los trabajadores pero exigiéndoles a ellos también el cumplimiento de sus obligaciones, pero sólo le interesa hacer de un grano de arena una montaña, porque de eso vive usted, de los conflictos, de las peleas, y de los problemas entre unos y otros. Si hubiera armonía, su puesto de trabajo no tendría sentido, y en este caso usted está agravando con su postura una situación para así poder rellenar 2 horas más de su agenda”. Algunos representantes sindicales de esa reunión me dieron la razón en privado, pero la realidad es que decir la verdad a la cara me costó una posterior caza y captura llena de falsedades, mentiras y engaños.

El camarero vive de servir copas, el mecánico de arreglar coches, fontanero de arreglar cañerías… y el sindicalista de combatir por la defensa de los trabajadores. Y si no hay guerra la tendrán que fomentar, ¿no? Si no que pintarían… Porque ellos tampoco proponen soluciones reales a los problemas, sólo atizan, atizan y atizan para seguir viviendo de no producir nada.

Pasando a seguir con mi reflexión inicial continúo.

Me doy cuenta de que, a diferencia de lo que se presupone, el objetivo real de los políticos no es arreglar durante su mandato los desbarajustes que se encuentran cuando alcanzan el poder. Esa idea la mantienen, si es que en alguna ocasión la tuvieron, sólo cierto tiempo. Después se percatan de que para corregir todos los errores pasados deben tomar decisiones que no son populares, decisiones que no entenderán y le reprocharán los vecinos, la ciudadanía o, mejor dicho, los “vividores” que se verían afectados.

¿Los “vividores” afectados? Los “protegidos por el sistema” que están acomodados con una mesa y una silla en cualquier área de un consistorio, de una diputación provincial, de una empresa pública, etc.,… Serían los primeros en echárseles al cuello si los políticos intentaran hacer una limpieza necesaria de esos puestos improductivos.

Es entonces cuando creo que los políticos honrados olvidan su primer objetivo y se centran ya en el único objetivo si quieren continuar en la sucia política: salvar su nombre y volver a ganar las siguientes elecciones, mantener su estatus, seguir aprovechándose del sistema, portarse bien con alguien que a cambio le reportará un buen retiro, …

No quieren ver, no entienden o no quieren entender, que el hecho de no ser capaces de defender a capa y espada y pese a quien pese al pueblo, no es más que engañarnos a la mayoría.

Los cargos públicos, en su inmensa mayoría, engañan a los vecinos que con nuestros impuestos mantenemos los salarios de una desproporcionada plantilla de funcionarios improductivos. Hay también funcionarios productivos y necesarios, por supuesto, y el que pertenece a este grupo no debe sentirse ofendido por mis palabras. Es una vergüenza acudir a ciertos organismos y observar como “desarrollan” su trabajo esos otros funcionarios, como los ves venir a algún@s de hacer la compra durante su larguísima jornada laboral (de 8:00 a 15:00), lo bien colgadas que tienen sus chaquetas o abrigos en el respaldar de su silla durante los minutos y minutos y minutos de ausencia, …

Muchos ayuntamientos engañan a los empresarios, que ven como a pesar de todas las buenas palabras de los gobernantes y de todas las gestiones que realizan ellos mismos son incapaces de conseguir percibir las cantidades que se les adeuda y que les puede llevar a la ruina, y que les puede llevar a ellos mismos a ser morosos ante otros empresarios o ante sus trabajadores, que a consecuencia de la informalidad de su municipio ven como sus jefes no pueden cumplir con su obligación de pagar su salario religiosamente.

Se engaña a los desempleados, que buscan cada día la forma de salir adelante mientras su vecino, contratado por el ayuntamiento o el organismo público de turno y gracias al favor de alguien, cobra todos los meses por rascarse la cabeza o hablar con sus compañeros de área, que también se las están rascando, o por estar al día de todas las novedades de… Youtube o Facebook.

Nos engañan con la creación de empresas públicas u organismos que no producen nada, cuya única función real es la de recaudar por un lado y repartir por otro a cambio de un alto coste o comisión para los otros organismos públicos para “los que trabajan”, y que en realidad nos son más que una tapadera donde cobijar a los “políticos fieles” el día de mañana.

Los políticos deberían concienciarse de que ellos no son Bill Gates ni Donald Trump. Deberían entender que es inmoral que los presidentes de diputaciones, de empresas públicas o semipúblicas o incluso alcaldes de ciudades de más o menos habitantes hagan sus viajes de trabajo con chófer. Que es inmoral que, por ejemplo, toda o casi toda una plantilla que trabaja en despachos tengan además móvil de “empresa”. Que es inmoral que gasten cientos o miles de euros en comidas cuando son trabajadores por y para el pueblo, y que se deben al ciudadano. Que es inmoral que para que se apruebe una ley se tenga que pactar con otros partidos que la apoyarán o no dependiendo del ofrecimiento que reciban y no de si es una ley beneficiosa o no para todos. Que es inmoral que la oposición, a cualquier nivel (estatal, autonómico o local) aproveche cualquier circunstancia para aumentar el clima de desconfianza y lanzar ataques a los gobernantes sin aportar nada, en vez de si es cierto que ellos saben cómo salir de un problema o cómo mejorar algo decirlo. Esperan a que con el empeoramiento de la situación actual puedan alcanzar el poder. ¿Ya he dicho que eso es lo único que importa?

Me pregunto…

¿Llegará el día en que gane unas elecciones un político que haga lo que hay que hacer? ¿Será capaz el próximo de tomar las medidas necesarias para descargar al país, a la comunidad o al municipio de la lacra de gastos innecesarios y derroches que existen hoy en día? El que venga, ¿tendrá la honradez de aprobar los presupuestos anuales reales y no unos ficticios gracias a los favores de los demás partidos (a cambio de…)? ¿Serán capaces de llevar a cabo sólo las inversiones con las que realmente cuente con financiación para poder abonarlas debidamente y en los plazos exigidos a las empresas que les trabajan? ¿Serán capaces de suprimir todas las áreas, empresas públicas y demás organismos “tapaderas” que sólo sirven para tener gastos, gastos y más gastos (sí, esas que serán su retiro el día de mañana, claro)?

¿O es que todo esto es imposible y es sólo una utopía?

Y tú que me lees pensarás, “¿Tú qué? Sólo criticas, ¿no? ”, “Propón tú algo listo”, “¡Que hablar es muy fácil!”

Yo no soy político, pero desde mi ignorancia mi primera propuesta se llama TRANSPARENCIA.

Estamos en la era de la conectividad, de las redes sociales, del traspaso de información on line.

¿Qué tal si empezamos por los ayuntamientos? Son el nexo de unión más cercano con el pueblo, ¿verdad?

¿Qué tal si trimestralmente colgaran en sus webs simplemente la cuenta detallada de Ingresos y Gastos del mismo? Que el pueblo, si quiere, tenga un fácil acceso a la información y pueda ver de dónde le llega el dinero al municipio, y en qué se gastan cada céntimo nuestro. Que el pueblo, si quiere, pueda ver el gasto en personal y la justificación de esos puestos de trabajo que hoy son injustificables. Ojo, que les pagamos todos con nuestros impuestos.

¿Qué tal si trimestralmente colgaran en sus webs simplemente la cuenta de Activo y Pasivo? Que el pueblo, si quiere, tenga un fácil acceso a la información y pueda ver a quién le debe dinero su municipio y quién le debe dinero al mismo. Que el pueblo, si quiere, pueda ver cómo varían esos saldos. Que el pueblo, si quiere, pueda ver cómo se enriquecen o se empobrecen las arcas municipales.

Con el tiempo, también podrían hacerlo las Diputaciones Provinciales (para que los contribuyentes o los ayuntamientos hagan la misma comprobación descrita antes pero sobre estos), las Empresas Públicas, los Gobiernos Autonómicos y el propio Estado…

¿Qué tal si con una medida tan fácil, o tan difícil, como esta se da luz a la oscuridad en la que vivimos los ciudadanos con respecto a por qué mi ayuntamiento o mi comunidad o mi país está al borde de la quiebra y me está arrastrando a mí?

Yo no soy político, pero desde mi ignorancia mi segunda propuesta sería AYUDA AL QUE SE LA MERECE.

¿Qué tal si cuando un ciudadano, un autónomo o una empresa no puede hacerse cargo de sus obligaciones porque les deban dinero organismos públicos u otras empresas públicas o privadas (de forma que quede demostrado), estos puedan ceder sus derechos de cobro (sin intereses) a sus acreedores (llámense Hacienda, Seguridad Social, Banco, Compañía de Luz, Compañía de Agua, Compañía de de Gas,…) para así saldar sus deudas y no acumular intereses descomunales que acaban ahogándoles? (Cuando un ayuntamiento le paga a una empresa mediana o pequeña que le ha trabajado al año o a los dos años de finalizar su tarea, la mayoría de las empresas tienen que agachar la cabeza y darse por satisfecha, aunque no le paguen los interés legales que les corresponden. No pagues tú un impuesto el día D y al día siguiente ya tendrás un alto interés de demora acompañado de una suculenta sanción)

¿Qué tal si con una medida tan simple, o tan difícil, como esta dejan de ahogar a la mediana y pequeña empresa, que son el motor de nuestra economía?



Lo dicho, reflexiones, utopías, sueños difíciles de alcanzar…. O tal vez tengamos que ser como ellos y mirar sólo por “que me puedo echar al bolsillo… y si puede ser sin trabajar”.

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